Programa dedicado a Enigmas, Misterios, Ciencia e Historia desde un punto de vista multidisciplinar.
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#269 El ídalo de las moscas de Jane Rice
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El Ídolo de las Moscas (The Idol of the Flies) es un relato de terror de la escritora norteamericana Jane Rice (1913-2003), publicado originalmente en la edición de junio de 1942 de la revista Unknown Worlds, y luego reeditado por Alfred Hitchcock en la antología de: Historias que mi madre nunca me contó (Stories My Mother Never Told Me). El Ídolo de las Moscas, sin lugar a dudas uno de los mejores cuentos de Jane Rice, relata la historia de Pruitt, un niño malcriado que tiene el pernicioso hábito de invocar regularmente a Asmodeo. SPOILERS. Si existiera un subgénero del terror dedicado exclusivamente a los niños malignos, Pruitt, el protagonista de El Ídolo de las Moscas de Jane Rice, sería el más demoníaco de todos. Pruitt es un niño huérfano que vive con su tía, enferma y extremadamente ingenua. Su tutora, la señorita Bittner, tiene algunos problemas de audición, y un miedo mortal a las moscas. El chico, hay que decirlo con claridad, es un pequeño monstruo, vicioso y sádico. Entre sus actividades preferidas está la tortura de animales, como empalar pequeños lagartos y arrancarle las alas a las moscas para luego agregarlas a la limonada de la señorita Bittner. Entre otras simpáticas bromas juveniles, le rompe la espalda a la cocinera, colocando una cuerda en la escalera del sótano, e intenta asfixiar a su tía colocando cáscaras de nuez en la preparación de sus galletas favoritas. Ciertamente es eficaz a la hora de planear sus tropelías. Muy eficaz; de hecho, ha planeado tan cuidadosamente el asesinato de sus padres que nadie ha sospechado de él. Ahora bien, Pruitt ha creado una especie de culto exclusivo al mal, representado en una estatuilla con forma de mosca, a la cual le reza diariamente. Esta entidad, el Ídolo de las Moscas, al parecer responde a esa adoración ayudándolo en sus diabólicos planes. No obstante, cada vez que le reza a la estatuilla, Pruitt entra en una especie de trance, de ensueño, donde intenta atrapar unas criaturas oníricas con forma de renacuajo (ver: Vermifobia: gusanos y otros anélidos freudianos en la ficción). Y un día lo hace. Entonces se nos revela que el culto infantil al Ídolo de las Moscas ha despertado la atención de Belcebú, el señor de las moscas. Pruitt y las moscas que adora destruyen el equilibrio ecológico del hogar. En efecto, la presencia intrusiva y violenta de Pruitt no solo evidencia el nacimiento de un joven psicópata emergente que usa moscas para aterrorizar a las mujeres en el hogar, sino de la ausencia de herramientas en los adultos para enfrentarse al mal cuando su intérprete es un niño (ver: Horror Doméstico: cuando lo desconocido se cuela por las grietas de lo cotidiano) En cierto modo, El Ídolo de las Moscas de Jane Rice es una inversión del relato clásico de Saki: Srendi Vashtar (Srendi Vashtar), donde un niño frágil y sensible crea una religión personal para escapar del dominio de su tía solterona. Aquí, Pruitt no es exactamente un amante de los animales ni es frágil. Su religión personal no se centra en un hurón cautivo, sino en un fetiche hecho de cera y alquitrán que mantiene escondido en un cobertizo, y su crueldad se extiende a los humanos que trabajan para su rica pero débil tía. Los actos de Pruitt son tan aberrantes que incluso ofenden a la entidad demoníaca que adora intuitivamente, y es destruido por ella, con la colaboración de los insectos y otras pequeñas criaturas que ha estado torturando. La maldad de Pruitt no parece tener causa. En cierto punto imaginamos que sus actos constituyen un exagerado acto de rebeldía por la muerte de sus padres, pero luego nos enteramos que él mismo ha sido la causa de su muerte. Este es, quizás, el aspecto más interesante de El Ídolo de las Moscas: la posibilidad de que un niño esté genéticamente predestinado a convertirse en un psicópata. En contraste, los adultos que conforman el mundo de Pruitt parecen estar ciegos ante esas tendencias. Bueno, no todos. La cocinera y el jorobado saben perfectamente de lo que es capaz. Ambos extremos, el mal y la inocencia, parecen necesitarse mutuamente para existir. Por momentos, la prosa de Jane Rice es cruda y sofisticada al mismo tiempo, y esa combinación funciona a la perfección. Cuando uno se va acostumbrando a su estilo, de repente irrumpen párrafos extraordinarios que cortan la respiración, y que en cierta forma cierran los presagios que la autora ha dejado ocultos aquí y allí: la artimaña con la limonada, las reflexiones de la señora Bittner, las cáscaras en las galletas, la muerte de los padres de Pruitt, la trampa para la cocinera. Jane Rice deja un rastro de migas que permite que la realización de cada pequeño crimen de Pruitt tenga mayor impacto. Lo que eleva al El Ídolo de las Moscas por encima de todo eso, sin embargo, es el ritual imaginario de Pruitt, el cual termina invocando a Asmodeo durante este trance, este estado de ensoñación, que Pruitt llama tiempo de no pensar. La naturaleza viscosa y sensible de los pensamientos que Pruitt ve en sus sueños representados como renacuajos, y sus esfuerzos por capturar uno, son elementos profundamente significativos. Todavía no estoy seguro de qué hacer con ellos. Parecen una contribución tan original que me pregunto si Jane Rice no los tomó de su experiencia personal (ver: Los sueños como subrutinas del subconsciente en la ficción) No sabemos si estas entidades son el producto conciente de Pruitt o una especie de artimaña de Asmodeo para atraer al niño hacia lo más profundo de su psique. A propósito, también es interesante la versión de Asmodeo [aquí es un epíteto de Belcebú] que presenta Jane Rice, la cual es simplemente aterradora, lejos del estereotipo del demonio que busca hacer tratos a cambio de minucias (ver: El libro de Azathoth: ¿los pactos de sangre son una muestra de ADN para los Antiguos?) También podemos pensar que la psicopatía de Pruitt, la cual toma la forma de un culto satánico personal, en cierto modo es estimulada por el negacionismo de los adultos. O más aun, que la fobia a las moscas de la señorita Pruitt eventualmente tuvo un efecto catalizador en el chico. ¿El miedo de una persona [en este caso, a las moscas] puede desencadenar [o enfocar] las habilidades sobrenaturales de otra en función de esos miedos? Es una interpretación provocativa, sin dudas. Hay cosas en el mundo que no son evidentes para la observación cotidiana, pero ciertas circunstancias quizás pueden activar el potencial latente en ciertas personas. A su vez, este potencial podría verse afectado por las motivaciones e intenciones individuales, en este caso, por la psicopatía de Pruitt. El mundo que Jane Rice insinúa en El Ídolo de las Moscas es más interesante que la historia que se desarrolla en él. En definitiva, Pruitt es un psicópata que se destruye a sí mismo al derrochar poderes que no comprende, que bien pueden ser sobrenaturales como parte de su psique retorcida, tal es así que su muerte resulta casi reconfortante. Pero la visión del mundo que revela El Ídolo de las Moscas es mucho menos tranquilizadora. Algunos de los actos malignos de Pruitt pueden explicarse sin recurrir a lo sobrenatural [la muerte de sus padres, la caída de la cocinera], pero otros no: la tutora rompiendo su audífono, la invasión de moscas al final, la misteriosa cita sobre Belcebú en el libro que la señorita Bittner está leyendo. John W. Campbell, quien es conocido por impulsar la carrera de autores como Isaac Asimov, Robert A. Heinlein y Theodore Sturgeon, entre otros, consideraba a Jane Rice la mayor estrella de Unknown Worlds, y elogiaba su prosa con entusiasmo. Desde aquí, en El Espejo Gótico, suscribimos esa opinión, y también lamentamos que, al menos por ahora, solo hayamos traducido dos relatos de Jane Rice: El Ídolo de las Moscas y El refugiado (The Refugee). Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2021/04/el-idolo-de-las-moscas-jane-rice-relato.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2021/04/el-idolo-de-las-moscas-jane-rice-relato.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537 Escucha el episodio completo en la app de iVoox, o descubre todo el catálogo de iVoox Originals
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El Ídolo de las Moscas (The Idol of the Flies) es un relato de terror de la escritora norteamericana Jane Rice (1913-2003), publicado originalmente en la edición de junio de 1942 de la revista Unknown Worlds, y luego reeditado por Alfred Hitchcock en la antología de: Historias que mi madre nunca me contó (Stories My Mother Never Told Me). El Ídolo de las Moscas, sin lugar a dudas uno de los mejores cuentos de Jane Rice, relata la historia de Pruitt, un niño malcriado que tiene el pernicioso hábito de invocar regularmente a Asmodeo. SPOILERS. Si existiera un subgénero del terror dedicado exclusivamente a los niños malignos, Pruitt, el protagonista de El Ídolo de las Moscas de Jane Rice, sería el más demoníaco de todos. Pruitt es un niño huérfano que vive con su tía, enferma y extremadamente ingenua. Su tutora, la señorita Bittner, tiene algunos problemas de audición, y un miedo mortal a las moscas. El chico, hay que decirlo con claridad, es un pequeño monstruo, vicioso y sádico. Entre sus actividades preferidas está la tortura de animales, como empalar pequeños lagartos y arrancarle las alas a las moscas para luego agregarlas a la limonada de la señorita Bittner. Entre otras simpáticas bromas juveniles, le rompe la espalda a la cocinera, colocando una cuerda en la escalera del sótano, e intenta asfixiar a su tía colocando cáscaras de nuez en la preparación de sus galletas favoritas. Ciertamente es eficaz a la hora de planear sus tropelías. Muy eficaz; de hecho, ha planeado tan cuidadosamente el asesinato de sus padres que nadie ha sospechado de él. Ahora bien, Pruitt ha creado una especie de culto exclusivo al mal, representado en una estatuilla con forma de mosca, a la cual le reza diariamente. Esta entidad, el Ídolo de las Moscas, al parecer responde a esa adoración ayudándolo en sus diabólicos planes. No obstante, cada vez que le reza a la estatuilla, Pruitt entra en una especie de trance, de ensueño, donde intenta atrapar unas criaturas oníricas con forma de renacuajo (ver: Vermifobia: gusanos y otros anélidos freudianos en la ficción). Y un día lo hace. Entonces se nos revela que el culto infantil al Ídolo de las Moscas ha despertado la atención de Belcebú, el señor de las moscas. Pruitt y las moscas que adora destruyen el equilibrio ecológico del hogar. En efecto, la presencia intrusiva y violenta de Pruitt no solo evidencia el nacimiento de un joven psicópata emergente que usa moscas para aterrorizar a las mujeres en el hogar, sino de la ausencia de herramientas en los adultos para enfrentarse al mal cuando su intérprete es un niño (ver: Horror Doméstico: cuando lo desconocido se cuela por las grietas de lo cotidiano) En cierto modo, El Ídolo de las Moscas de Jane Rice es una inversión del relato clásico de Saki: Srendi Vashtar (Srendi Vashtar), donde un niño frágil y sensible crea una religión personal para escapar del dominio de su tía solterona. Aquí, Pruitt no es exactamente un amante de los animales ni es frágil. Su religión personal no se centra en un hurón cautivo, sino en un fetiche hecho de cera y alquitrán que mantiene escondido en un cobertizo, y su crueldad se extiende a los humanos que trabajan para su rica pero débil tía. Los actos de Pruitt son tan aberrantes que incluso ofenden a la entidad demoníaca que adora intuitivamente, y es destruido por ella, con la colaboración de los insectos y otras pequeñas criaturas que ha estado torturando. La maldad de Pruitt no parece tener causa. En cierto punto imaginamos que sus actos constituyen un exagerado acto de rebeldía por la muerte de sus padres, pero luego nos enteramos que él mismo ha sido la causa de su muerte. Este es, quizás, el aspecto más interesante de El Ídolo de las Moscas: la posibilidad de que un niño esté genéticamente predestinado a convertirse en un psicópata. En contraste, los adultos que conforman el mundo de Pruitt parecen estar ciegos ante esas tendencias. Bueno, no todos. La cocinera y el jorobado saben perfectamente de lo que es capaz. Ambos extremos, el mal y la inocencia, parecen necesitarse mutuamente para existir. Por momentos, la prosa de Jane Rice es cruda y sofisticada al mismo tiempo, y esa combinación funciona a la perfección. Cuando uno se va acostumbrando a su estilo, de repente irrumpen párrafos extraordinarios que cortan la respiración, y que en cierta forma cierran los presagios que la autora ha dejado ocultos aquí y allí: la artimaña con la limonada, las reflexiones de la señora Bittner, las cáscaras en las galletas, la muerte de los padres de Pruitt, la trampa para la cocinera. Jane Rice deja un rastro de migas que permite que la realización de cada pequeño crimen de Pruitt tenga mayor impacto. Lo que eleva al El Ídolo de las Moscas por encima de todo eso, sin embargo, es el ritual imaginario de Pruitt, el cual termina invocando a Asmodeo durante este trance, este estado de ensoñación, que Pruitt llama tiempo de no pensar. La naturaleza viscosa y sensible de los pensamientos que Pruitt ve en sus sueños representados como renacuajos, y sus esfuerzos por capturar uno, son elementos profundamente significativos. Todavía no estoy seguro de qué hacer con ellos. 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Pero la visión del mundo que revela El Ídolo de las Moscas es mucho menos tranquilizadora. Algunos de los actos malignos de Pruitt pueden explicarse sin recurrir a lo sobrenatural [la muerte de sus padres, la caída de la cocinera], pero otros no: la tutora rompiendo su audífono, la invasión de moscas al final, la misteriosa cita sobre Belcebú en el libro que la señorita Bittner está leyendo. John W. Campbell, quien es conocido por impulsar la carrera de autores como Isaac Asimov, Robert A. Heinlein y Theodore Sturgeon, entre otros, consideraba a Jane Rice la mayor estrella de Unknown Worlds, y elogiaba su prosa con entusiasmo. Desde aquí, en El Espejo Gótico, suscribimos esa opinión, y también lamentamos que, al menos por ahora, solo hayamos traducido dos relatos de Jane Rice: El Ídolo de las Moscas y El refugiado (The Refugee). Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2021/04/el-idolo-de-las-moscas-jane-rice-relato.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2021/04/el-idolo-de-las-moscas-jane-rice-relato.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537 Escucha el episodio completo en la app de iVoox, o descubre todo el catálogo de iVoox Originals
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