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Silvia Tortosa en Las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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Hoy ahondaremos en la vida tapá de Silvia Eulalia Catalina Tortosa López de todos los santos y los gato acostaos, que tardaba menos en quitarse la ropa que Boris Izaguirre. La pequeña Silvia nació en Barcelona el 8 de marzo de 1947, en el Barrio de la Sagrada Familia, cuando empezaron a romper los azulejos que se están poniendo ahora en la Catedral. Silvia fue hija única en una familia humilde, su madre Paquita trabajaba en casa y su padre José era, y con mucho orgullo, taxista republicano. Si hubieran estado en Madrid hubiera sido taxista na má. Silvia tenía talento para el dibujo por eso los reyes le traían todos los años una caja grande de colores Alpino. Cuando se jartó de colorear a Candy, Candy llegó a la conclusión de que sería actriz, que no se casaría y que no tendría hijos. Se ve que lo de no casarse no lo dijo muy convencida, porque se casó 3 veces, pero los matrimonios le salieron como a Alberti el cartel del Carnaval del 92, regulá. Aunque sus padres no querían que se dedicara a la farándula, que es el que tu hijo quiera estudiar la carrera de Historia del Arte ahora, que tiene menos salida que el pollo en lata del Mercadona, Silvia se matriculó a los 14 años para estudiar Arte Dramático. También aprendió Inglés, por si le salía mal la jugada poder meterse en Netflix a traducir “mi arma” como “My weapon” o “I love u” como “El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura en este momento”. No tendría que llegar a tal punto porque siendo tan guapa y con chispa, enseguida le llegaría la oportunidad de poner en práctica sus dotes interpretativas. Debutó en el teatro en 1965, a los 18 años, con una obra de Osvaldo Dragún, que como buen argentino hablaba una jartá pero que más habla tu cuñá cuando tú no estás. Al año siguiente participó en su primera película, “El último sábado”, que al principio se iba a llamar “No vuelvo a tomarme un cubata” pero no cabía en el cartel. Meses después aparecería en TVE convirtiéndose desde entonces en una cara muy popular. Ese mismo año, pa no desperdiciar el piquito y que entrara en la declaración, se casó con el actor y director de teatro 11 años mayor que ella, Hermann Bonnin, del que obtuvo al año y medio la nulidad eclesiástica, porque a Bonnin, más que Silvia, le gustaba el Tigretón. Decidida a hacerse un nombre como actriz se mudó aquí, a Madriz, y se apuntó a esgrima teatral, expresión corporal, zumba, spinning, aquaeróbic y a una visita guiada para descubrir “el misterio de la ensaladilla del Donald”. Silvia alternaba el cine y el teatro con la televisión dónde llegó muy joven, en la década de los 60. Pudimos verla en el programa Aplauso o en series como “Curro Jiménez”, “Farmacia de Guardia” o en “Hostal Royal Manzanares” unas risas… Su primer filme destacado fue en 1972 junto a Peter Cushing y Christopher Lee, “Pánico Transiberiano”. Y de sus filmes destapados podemos destacar grandes títulos cómo “¡Niñas…al salón!” que va de una madre llamando a las niñas pa merendar, qué burdel, ni burdal. Y “Susana quiere perder…eso” que cuenta la vida de la mujer de Almeida. A final de los 70 se lanzó a cantar cuplés picantes y también formó pareja artística con el humorista Bigote Arrocet, unas risas… En 1974 conoció en un rodaje a Rafael Arcos, que na más que comía solomillo al Güisqui y se bebía hasta el vino de guisar del Mercadona. Silvia lo echó de su casa y se consoló en los brazos de un joven compositor malagueño que ganó el Festival de Benidorm, José Umbral, que había venido hablar de la gente, porque en verdá era el comisario Villarejo de joven con peluca y bigote. Aún así, el policía infiltrado grabó 6 discos. En esta época Silvia empezó a salir en el Interviú, con florecillas en el pelo, la boquita así mu sesy y los senos muy turgentes como si con eso fuera a distraer a los tíos que se compraban el Interviú por el reportaje que venía dentro de un escándalo de Javier Arenas. El 26 de mayo de 1985 se casó en Pennsylvania con un ingeniero aeronáutico americano que conoció en un vuelo de Ryanair, pero a los 4 meses se le quedó el pechito cogío y se murió. Al año siguiente protagonizó la película “La Señora” un gran éxito para una Silvia Tortosa que desaparecía poco a poco de la TV para centrarse en la interpretación. La película tenía una fuerte carga sexual, así que para el papel del marido llamó a su ex-marido, Hermann Bonnin, para asegurarse que no iba a izar bandera en toda la película. Dos años después de haber enviudado se casó con otro americano, David Harper, muy amigo de su marido fallecido, que eso es una cosa buena de los americanos, siempre tienen un amigo de repuesto por si te falla la relación. Se fue a Maryland con él y a la tercera vez que pidió picos y le traían pan con mantequilla, se divorció y se vino pa España. Con la explosión de internet intentó buscar pareja en las redes, unas risas… hasta que en 2007 conoció a Carlos Cánovas, 23 años menor que ella, pero parecía 12 años mayor. En 2011 encarnó a Tita Cervera en una miniserie y presentó un magacín exclusivo de Youtube, “En casa contigo”, donde daba trucos domésticos como dónde esconder el vino de guisar. Desgraciadamente, Silvia falleció el 23 de marzo de 2024, a los 77 años, aunque ustedes siempre podrán recordarla cuando se coman un Bony o escuchen un chiste de Bertín Osborne, unas risas…
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Aunque sus padres no querían que se dedicara a la farándula, que es el que tu hijo quiera estudiar la carrera de Historia del Arte ahora, que tiene menos salida que el pollo en lata del Mercadona, Silvia se matriculó a los 14 años para estudiar Arte Dramático. También aprendió Inglés, por si le salía mal la jugada poder meterse en Netflix a traducir “mi arma” como “My weapon” o “I love u” como “El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura en este momento”. No tendría que llegar a tal punto porque siendo tan guapa y con chispa, enseguida le llegaría la oportunidad de poner en práctica sus dotes interpretativas. Debutó en el teatro en 1965, a los 18 años, con una obra de Osvaldo Dragún, que como buen argentino hablaba una jartá pero que más habla tu cuñá cuando tú no estás. Al año siguiente participó en su primera película, “El último sábado”, que al principio se iba a llamar “No vuelvo a tomarme un cubata” pero no cabía en el cartel. Meses después aparecería en TVE convirtiéndose desde entonces en una cara muy popular. Ese mismo año, pa no desperdiciar el piquito y que entrara en la declaración, se casó con el actor y director de teatro 11 años mayor que ella, Hermann Bonnin, del que obtuvo al año y medio la nulidad eclesiástica, porque a Bonnin, más que Silvia, le gustaba el Tigretón. Decidida a hacerse un nombre como actriz se mudó aquí, a Madriz, y se apuntó a esgrima teatral, expresión corporal, zumba, spinning, aquaeróbic y a una visita guiada para descubrir “el misterio de la ensaladilla del Donald”. Silvia alternaba el cine y el teatro con la televisión dónde llegó muy joven, en la década de los 60. Pudimos verla en el programa Aplauso o en series como “Curro Jiménez”, “Farmacia de Guardia” o en “Hostal Royal Manzanares” unas risas… Su primer filme destacado fue en 1972 junto a Peter Cushing y Christopher Lee, “Pánico Transiberiano”. Y de sus filmes destapados podemos destacar grandes títulos cómo “¡Niñas…al salón!” que va de una madre llamando a las niñas pa merendar, qué burdel, ni burdal. Y “Susana quiere perder…eso” que cuenta la vida de la mujer de Almeida. A final de los 70 se lanzó a cantar cuplés picantes y también formó pareja artística con el humorista Bigote Arrocet, unas risas… En 1974 conoció en un rodaje a Rafael Arcos, que na más que comía solomillo al Güisqui y se bebía hasta el vino de guisar del Mercadona. Silvia lo echó de su casa y se consoló en los brazos de un joven compositor malagueño que ganó el Festival de Benidorm, José Umbral, que había venido hablar de la gente, porque en verdá era el comisario Villarejo de joven con peluca y bigote. Aún así, el policía infiltrado grabó 6 discos. En esta época Silvia empezó a salir en el Interviú, con florecillas en el pelo, la boquita así mu sesy y los senos muy turgentes como si con eso fuera a distraer a los tíos que se compraban el Interviú por el reportaje que venía dentro de un escándalo de Javier Arenas. El 26 de mayo de 1985 se casó en Pennsylvania con un ingeniero aeronáutico americano que conoció en un vuelo de Ryanair, pero a los 4 meses se le quedó el pechito cogío y se murió. Al año siguiente protagonizó la película “La Señora” un gran éxito para una Silvia Tortosa que desaparecía poco a poco de la TV para centrarse en la interpretación. La película tenía una fuerte carga sexual, así que para el papel del marido llamó a su ex-marido, Hermann Bonnin, para asegurarse que no iba a izar bandera en toda la película. Dos años después de haber enviudado se casó con otro americano, David Harper, muy amigo de su marido fallecido, que eso es una cosa buena de los americanos, siempre tienen un amigo de repuesto por si te falla la relación. Se fue a Maryland con él y a la tercera vez que pidió picos y le traían pan con mantequilla, se divorció y se vino pa España. Con la explosión de internet intentó buscar pareja en las redes, unas risas… hasta que en 2007 conoció a Carlos Cánovas, 23 años menor que ella, pero parecía 12 años mayor. En 2011 encarnó a Tita Cervera en una miniserie y presentó un magacín exclusivo de Youtube, “En casa contigo”, donde daba trucos domésticos como dónde esconder el vino de guisar. Desgraciadamente, Silvia falleció el 23 de marzo de 2024, a los 77 años, aunque ustedes siempre podrán recordarla cuando se coman un Bony o escuchen un chiste de Bertín Osborne, unas risas…
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